Carnaval Onírico
- Ana María Salazar V

- 15 jun 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 jun 2022
Aunque parezca un sueño, todo esto fue real.
Estoy en medio del Jardín de las Delicias, en una escena totalmente onírica. Son las 2 de la mañana. Caminamos por un túnel situado en uno de los sitios más peligrosos de Rio de Janeiro.
Hay tensión en el ambiente, miedo y fascinación. No estamos solos. Mares de seres caminan con nosotros. A mi lado un papagayo gigante pasa sonriendo. Plumas rosadas tocan mi cara mientras miro una pareja de gays semidesnudos con quepis de marinero. Cientos de personas salen del sambódromo después de desfilar en el carnaval. La escena es dantesca. Entre la sordidez del lugar, el peligro y la tensión, disfraces lujosos, alegría, cansancio, euforia. De pronto una sirena retumba con el eco del túnel. Los seres más exóticos abren paso en la multitud. Una ambulancia avanza poco a poco en medio del zoológico humano más extraño que haya visto jamás. Al asomarse por la ventana, quien va en la ambulancia pensará que ha muerto y que está atravesando el túnel por el que abandonará su vida.
La ambulancia atraviesa el túnel. El ruido de la sirena se aleja y da paso a árboles que cantan samba, mientras unas flores corren para alcanzarlos.
En medio de una luz tenue, un hombre vestido de sol ocupa un carril completo. Las bahianas levantan sus enormes faldas doradas para avanzar más rápido.
Prostitutas y travestis se camuflan entre los disfraces, por una noche no atraen todas las miradas. Un soldado francés los mira de reojo mientras pasa con su bandera azul, blanca y roja, sin darse cuenta pisa la cola de un dragón que camina adelante. Mujeres con cuerpos cubiertos de lentejuelas y tacones empinados atraviesan charcos de lodo.
Finalmente salimos del túnel. De vuelta a la sordidez del centro de Rio en la madrugada. El túnel sigue escupiendo seres imaginarios. Un grupo de indigentes observa el espectáculo. Sonríen. Esa noche drogarse no hace diferencia.
Miro hacia atrás y me alejo sin saber si acabo de vivir un sueño lúcido. Y como todos los demás sueños, tengo que escribirlo.



Comentarios