Dos razones por las que te sientes estancado en la mediana edad
- Ana María Salazar V
- 15 jun 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 jun 2022

Por: Ana María Salazar V Psicóloga Clínica
La mediana edad es una de esas épocas de la vida de la que muchos han oído hablar pero pocos entienden, especialmente cuando se trata de la crisis de los 40 y sus múltiples facetas.
Aunque generalmente se relaciona esta crisis con un momento de conflicto y dificultades a muchos niveles, pocos saben que también se trata de un momento de grandes oportunidades.
Porque lo mejor de la mediana edad es que si sabemos “navegar” esas aguas tormentosas, el panorama que se abre ante nuestros ojos no sólo es prometedor sino que puede ser maravilloso.
Por supuesto, nuestro barco no se maneja sólo y hay que saber dirigirlo hacia aguas más tranquilas. Claro que esperar a que esto suceda por arte de magia nos pone en riesgo de quedarnos girando en medio de la tormenta y hasta de naufragar.
Así que hay que empezar por entender qué es lo que hace a esta etapa tan especial y cuáles son los aspectos en juego que generan las condiciones ideales para la “tormenta perfecta”.
En primer lugar, entre los 36 y los 40 años a nivel neurológico ya se han “automatizado” en nosotros conductas, actitudes, creencias y reacciones emocionales. Y en este punto, también las conexiones neuronales asociadas a nuestros hábitos, habilidades, recuerdos asociativos y condicionamientos están fuertemente consolidadas.
¿Y esto qué quiere decir? Que una gran parte de nosotros ya funciona “en automático”, por lo que sin darnos cuenta repetimos una y otra vez esas características con las que siempre nos hemos identificado y que cada vez se arraigan más en nuestra personalidad.
En segundo lugar, alrededor de los 40 una serie de situaciones personales se han estabilizado y en algunos casos “estancado”. Por ejemplo, es muy probable que en la mediana edad llevemos más de 15 años trabajando, viviendo en la misma ciudad o incluso en la misma casa, muchos años en la misma situación sentimental, ya sea con la misma pareja o solteros, etc. Y todo esto genera un comportamiento rutinario en el que nos sentimos desconectados de nosotros mismos, siguiendo cada día una rutina establecida, robotizados. Y entonces sentimos que ya hemos vivido todo, que no hay nada nuevo por descubrir, que difícilmente algo puede sorprendernos, pero en realidad ¡nos falta mucho por vivir! Esa es la gran paradoja de los 40.
Como podrán imaginar, todo esto es un terreno muy fértil para la famosa Crisis de la Mediana Edad o Crisis de los 40, que se manifiesta de múltiples maneras en cada uno pero que en general implica una sensación de vacío interior, un cuestionamiento del proyecto de vida y una crisis de identidad importante. No se preocupen, estos temas los estaré abordando en otro momento, pero ¡no quiero que se les pasen los años de la mediana edad mientras leen este post!
Por ahora, de lo que se trata aquí es de entender lo que hay detrás de todo esto y de aclarar algo muy importante: que estas condiciones sean comunes alrededor de los 40 no significa que se trata de una especie de maldición gitana ni un destino cruel del que no podremos escapar. Claro que podemos salir de la tormenta victoriosos y mucho más fortalecidos que antes, pero para eso hay que tomar el timón del barco y aprender a navegar.
Así que muy pronto estaré publicando más sobre este tema apasionante y lleno de posibilidades. Por ahora me despido con una frase maravillosa de mi querido Jung, muy apropiada para esta etapa de conflicto interno y que ya prepara el camino para cuando nos volvamos a encontrar:
“Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”
¡Buen viento y buena mar!
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